Meditación de la palabra de Dios para la semana XX del Tiempo Ordinario

Lunes :

Asunción de la Santísima Virgen María 



De la constitución apostólica
Munificentíssimus Deus
del Papa Pío XII


Con esta constitución apostólica, el Papa Pío XII proclamó el dogma de la Asunción el 1ro de Noviembre de 1950.

Tomado de la Liturgia de las Horas del 15 de Agosto.  (AAS 42 [19501, 760-762. 767-769)



Tu cuerpo es santo y sobremanera glorioso


    Los santos Padres y grandes doctores, en las homilías y disertaciones dirigidas al pueblo en la fiesta de la Asunción de la Madre de Dios, hablan de este hecho como de algo ya conocido y aceptado por los fieles y -lo explican con toda precisión, procurando, sobre todo, hacerles comprender que lo que se conmemora en esta festividad es, no sólo el hecho de que el cuerpo sin vida de la Virgen María no estuvo sujeto a la corrupción, sino también su triunfo sobre la muerte y su glorificación, a imitación de su hijo único, Jesucristo.


    Y, así, san Juan Damasceno, el más ilustre transmisor de esta tradición, comparando la asunción de la santa Madre de Dios con sus demás dotes y privilegios, afirma, con elocuencia vehemente:


    "Convenía que aquella que en el parto había conservado intacta su virginidad conservara su cuerpo también después de la muerte libre de la corruptibilidad. Convenía que aquella que había llevado al Creador como un niño en su seno tuviera después su mansión en el cielo. Convenía que la esposa que el Padre había desposado habitara en el tálamo celestial. Convenía que aquella que había visto a su hijo en la cruz y cuya alma había sido atravesada por la espada del dolor, del que se había visto libre en el momento del parto, lo contemplara sentado a la derecha del Padre. Convenía que la Madre de Dios poseyera lo mismo que su Hijo y que fuera venerada por toda criatura como Madre y esclava de Dios."


    Según el punto de vista de san Germán de Constantinopla, el cuerpo de la Virgen María, la Madre de Dios, se mantuvo incorrupto y fue llevado al cielo, porque así lo pedía no sólo el hecho de su maternidad divina, sino también la peculiar santidad de su cuerpo virginal:


    "Tú, según está escrito, te muestras con belleza; y tu cuerpo virginal es todo él santo, todo él casto, todo él morada de Dios, todo lo cual hace que esté exento de disolverse y convertirse en polvo, y que, sin perder su condición humana, sea transformado en cuerpo celestial e incorruptible, lleno de vida y sobremanera glorioso, incólume y participe de la vida perfecta."


    Otro antiquísimo escritor afirma:


    "La gloriosísima Madre de Cristo, nuestro Dios y salvador, dador de la vida y de la inmortalidad, por él es vivificada, con un cuerpo semejante al suyo en la incorruptibilidad, ya que él la hizo salir del sepulcro y la elevó hacia si mismo, del modo que él solo conoce."


    Todos estos argumentos y consideraciones de los santos Padres se apoyan, como en su último fundamento, en la sagrada Escritura; ella, en efecto, nos hace ver a la santa Madre de Dios unida estrechamente a su Hijo divino y solidaria siempre de su destino.


    Y, sobre todo, hay que tener en cuenta que, ya desde el siglo segundo, los santos Padres presentan a la Virgen María como la nueva Eva asociada al nuevo Adán, íntimamente unida a él, aunque de modo subordinado, en la lucha contra el enemigo infernal, lucha que, como se anuncia en el protoevangelio, había de desembocar en una victoria absoluta sobre el pecado y la muerte, dos realidades inseparables en los escritos del Apóstol de los gentiles. Por lo cual, así como la gloriosa resurrección de Cristo fue la parte esencial y el ú1timo trofeo de esta victoria, así también la participación que tuvo la santísima Virgen en esta lucha de su Hijo había de concluir con la glorificación de su cuerpo virginal, ya que, como dice el mismo Apóstol: Cuando esto mortal se vista de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra escrita: "La muerte ha sido absorbida en la victoria."


    Por todo ello, la augusta Madre de Dios, unida a Jesucristo de modo arcano, desde toda la eternidad, por un mismo y único decreto de predestinación, inmaculada en su concepción, asociada generosamente a la obra del divino Redentor, que obtuvo un pleno triunfo sobre el pecado y sus consecuencias, alcanzó finalmente, como suprema coronación de todos sus privilegios, el ser preservada inmune de la corrupción del sepulcro y, a imitación de su Hijo, vencida la muerte, ser llevada en cuerpo y alma a la gloria celestial, para resplandecer allí como reina a la derecha de su Hijo, el rey inmortal de los siglos.


-Versión electrónica del documento realizada por las Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María. SCTJM.


Que el Misterio de la Asunción Ilumine a la Iglesia y a la Humanidad Entera.

Catequesis mariana
S.S. Juan Pablo II
15 de agosto de 1995

1. "Una mujer, vestida del sol"(Ap 12, l).


Hoy, solemnidad de la Asunción, la Iglesia refiere a María estas palabras del Apocalipsis de san Juan. En cierto sentido, nos relatan la parte conclusiva de la "mujer vestida del sol" nos habla de María elevada al cielo. Por eso la liturgia las enlaza oportunamente con la parte inicial de la historia de María: con el misterio de la visitación a la casa de santa Isabel. Se sabe que la visitación tuvo lugar poco después de la anunciación, como leemos en el evangelio de san Lucas: "En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá" (Lc 1, 39). Según una tradición, se trata de la ciudad de Ain-Karim. María, habiendo entrado en la casa de Zacarías, saludó a Isabel. ¿Acaso deseaba contarle lo que le había sucedido, cómo había acogido la propuesta del ángel Gabriel, convirtiéndose así, por obra del Espíritu Santo, en la Madre del Hijo de Dios? Sin embargo, Isabel la precedió y, bajo la acción del Espíritu Santo, continuó con palabras suyas el saludo del enviado angélico. Si Gabriel había dicho: "Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo" (Lc 1, 28), ella, como prosiguiendo, añadió: "Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno" (Lc 1, 42). Así pues, entre la anunciación y la visitación, se forma la plegaria mariana más difundida: el Ave María.


Amadísimos hermanos y hermanas: hoy, solemnidad de la Asunción, la Iglesia vuelve idealmente a Nazaret lugar de la anunciación; va espiritualmente hasta el umbral de la casa de Zacarías, en Ain-Karim, y saluda a la Madre de Dios con las palabras: "¡Ave, María!", y junto con Isabel, proclama: "¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!" (Lc 1, 45). María creyó con la fe de la anunciación, con la fe de la visitación, con la fe de la noche de Belén y de la Natividad. Hoy cree con la fe de la Asunción, o más bien, ahora en la gloria del cielo, contempla cara a cara el misterio que penetró toda su existencia terrena.


2. En el umbral de la casa de Zacarías, nace también el himno mariano del Magníficat. La Iglesia lo repite en la liturgia de este día, porque ciertamente María, con mayores motivaciones aún, lo proclamó en su Asunción al cielo: "Engrandece mi alma al Señor y mí espíritu se alegra en Dios mi salvador porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso, santo es su nombre" (Lc 1, 46-49).


María alaba a Dios, y él la alaba. Esta alabanza se ha difundido ampliamente en todo el mundo. En efecto, ¿cuántos son los santuarios marianos en todas las regiones de la tierra dedicados al misterio de la Asunción! Sería verdaderamente difícil enumerar aquí a todos.


"María ha sido llevada al cielo, se alegra el ejército de los ángeles", proclama la liturgia de hoy en el canto al Evangelio. Pero se alegra también el ejército de los hombres de todas las partes del mundo. Y numerosas son las naciones que consideran a la Madre de Dios como Madre y su Reina. En efecto el misterio de la Asunción está unido a su coronación como Reina del cielo y de la tierra; "Toda espléndida, la hija del rey" --como anuncia el salmo responsorial de la liturgia de hoy-- (Sal 45, 14) para ser elevada a la derecha de su Hijo: "De pie a tu derecha está la reina, enjoyada con oro de Ofir" (antífona del Salmo responsorial).


3. La Asunción de María es una participación singular en la resurrección de Cristo. En la liturgia de hoy san Pablo pone de relieve esta verdad, anunciando la alegría por la victoria sobre la muerte, que Cristo consiguió con su resurrección, "porque debe él reinar hasta que ponga a todos sus enemigos bajo sus pies. El último enemigo en ser destruido será la muerte" (1 Cor 15, 25-26). La victoria sobre la muerte que se manifiesta claramente el día de la resurrección de Cristo, concierne hoy, de modo particular, a su madre. Si la muerte no tiene poder sobre él, es decir sobre su Hijo, tampoco tiene poder sobre su madre, o sea, sobre aquella que le dio la vida terrena.


En la primera carta a los Corintios, san Pablo hace como un comentario profundo del misterio de la Asunción. Escribe así: "Cristo resucitó de entre los muertos como primicias de los que durmieron. Porque, habiendo venido por un hombre la muerte, también por un hombre viene la resurrección de los muertos. Pues del mismo modo que en Adán mueren todos, así también todos revivirán en Cristo. Pero cada cual en su rango: Cristo como primicias; luego los de Cristo en su venida» (1 Cor 15, 20-23). María es la primera que recibe la gloria; la Asunción representa casi el coronamiento del misterio pascual.


Cristo ha resucitado, venciendo la muerte, efecto del pecado original , y abraza con su victoria a todos los que aceptan con fe su resurrección. Ante todo a su Madre, librada de la herencia del pecado original mediante la muerte redentora del Hijo en la cruz. Hoy Cristo abraza a María, inmaculada desde su concepción, acogiéndola en el cielo en su cuerpo glorificado, como acercando para ella el día de su vuelta gloriosa a la tierra, el día de la resurrección universal que espera la humanidad. La Asunción al cielo es como una gran anticipación del cumplimiento definitivo de todas las cosas en Dios, según cuanto escribe el Apóstol: "Luego, el fin, cuando entregue (Cristo) a Dios Padre el Reino, para que Dios sea todo en todo" (1 Cor 15, 24, 28). ¿Acaso Dios no es todo en aquella que es la madre inmaculada del Redentor?


¡Te saludo, hija de Dios Padre! ¡Te saludo, madre del Hijo de Dios! ¡Te saludo, esposa mística del Espíritu Santo! ¡Te saludo, templo de la santísima Trinidad!


4. «Y se abrió el santuario de Dios en el cielo, y apareció el arca de su alianza en el santuario. "Una gran señal apareció en el cielo: una mujer, vestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza"(Ap 11, 19-12,1). Esta visión del Apocalipsis, se considera, en cierto sentido, la ultima palabra de la mariología. Sin embargo, la Asunción que aquí se expresa magníficamente, posee al mismo tiempo su sentido eclesiológico. Contempla a María no solo como Reina de toda la creación, sino también como Madre de toda la Iglesia. Y como Madre de la Iglesia, María, elevada al cielo y coronada, no deja de estar implicada en la historia de la Iglesia, que es la historia de la lucha entre el bien y el mal. San Juan escribe: "Y apareció otra señal en el cielo: un gran dragón rojo" (Ap 12, 3). En la sagrada Escritura, ya desde los primeros capítulos del libro del Génesis (cf. Gn 3, 14), se conoce a este dragón como el enemigo de la mujer. En el Apocalipsis, el mismo dragón se pone delante de la mujer que está a punto de dar a luz, decidido a devorar al niño apenas nazca (cf. Ap 12, 4). El pensamiento va espontáneamente a la noche de Belén y a la amenaza contra la vida de Jesús, recién nacido, constituida por el perverso edicto de Herodes, que ordena "matar a todos los niños de Belén y de toda su comarca, de dos años para abajo" (Mt 2, 16).


De todo lo que el Concilio Vaticano II ha escrito, emerge de modo singular la imagen de la Madre de Dios, insertada vivamente en el misterio de Cristo y de la Iglesia. María, Madre del Hijo de Dios, es, a la vez, Madre de todos los hombres, quienes en el Hijo han llegado a ser hijos adoptivos del Padre celestial, Precisamente aquí se manifiesta la lucha incesante de la Iglesia. Como una madre a semejanza de María, la Iglesia engendra hijos a la vida divina, y sus hijos, hijos e hijas en el Hijo unigénito de Dios, están amenazados constantemente por el odio del "dragón rojo: Satanás".


El autor del Apocalipsis, al mismo tiempo que muestra el realismo de esta lucha que continúa en la historia, pone de relieve también la perspectiva de la victoria definitiva por obra de la mujer, de María que es nuestra abogada y aliada potente de todas las naciones de la tierra. El autor del Apocalipsis habla de esta victoria: "Ahora ya ha llegado la salvación, el poder y el reinado de nuestro Dios y la potestad de su Cristo" (Ap 12, 10).


La solemnidad de la Asunción pone ante nuestros ojos el reinado de nuestro Dios y el poder de Cristo sobre toda la creación.


5. ¡Cómo quisiera que por doquiera y en todas las lenguas se expresara la alegría por la Asunción de María! ¡Cómo quisiera que de este misterio surgiera una vivísima luz sobre la Iglesia y la humanidad! Que todo hombre y toda mujer tomen conciencia de estar llamados, por caminos diferentes, a participar en la gloria celestial de su verdadera Madre y Reina.


¡Alabado sea Jesucristo!



LA ASUNCIÓN DE MARÍA 

Audiencia General
S.S. Juan Pablo II
9 de julio, 1997.


La tradición de la Iglesia muestra que este misterio "forma parte del plan divino, y está enraizado en la singular participación de María en la misión de su Hijo".


"La misma tradición eclesial ve en la maternidad divina la razón fundamental de la Asunción. (...) Se puede afirmar, por tanto, que la maternidad divina, que hizo del cuerpo de María la residencia inmaculada del Señor, funda su destino glorioso".


Juan Pablo II destacó que "según algunos Padres de la Iglesia, otro argumento que fundamenta el privilegio de la Asunción se deduce de la participación de María en la obra de la Redención".


"El Concilio Vaticano II, recordando el misterio de la Asunción en la Constitución Dogmática sobre la Iglesia (Lumen Gentium), hace hincapié en el privilegio de la Inmaculada Concepción: precisamente porque ha sido 'preservada libre de toda mancha de pecado original', María no podía permanecer, como los otros hombres, en el estado de muerte hasta el fin del mundo. La ausencia de pecado original y la santidad, perfecta desde el primer momento de su existencia, exigían para la Madre de Dios la plena glorificación de su alma y de su cuerpo".


El Papa señaló que "en la Asunción de la Virgen podemos ver también la voluntad divina de promover a la mujer. De manera análoga con lo que había sucedido en el origen del género humano y de la historia de la salvación, en el proyecto de Dios el ideal escatológico debía revelarse no en un individuo, sino en una pareja. Por eso, en la gloria celeste, junto a Cristo resucitado hay una mujer resucitada, María: el nuevo Adán y la nueva Eva".


Para concluir, el Papa aseguró que "ante las profanaciones y el envilecimiento al que la sociedad moderna somete a menudo al cuerpo, especialmente al femenino, el misterio de la Asunción proclama el destino sobrenatural y la dignidad de todo cuerpo humano".


Adaptado de: Vatican Information Services VIS 970709 (350)


En la Asunción, el cuerpo de María, cuerpo de mujer, es exaltado

La teóloga Cettina Militello explica implicaciones de esta verdad de fe
Zenit


El Papa recordó los 50 años de la proclamación del dogma de la Asunción el 1ro de Noviembre del 2000.  La teóloga Cettna Militello, en el Foro Internacional de Mariología en Roma acertó que se trata de una verdad de fe que tiene mucho que decir a nuestra cultura.  


«El lazo de unión entre el dogma de la Asunción y el Jubileo no es casual --indica la profesora Militello, catedrática en las facultades teológicas «Marianum» y «Teresianum» de Roma y presidente de la Sociedad Italiana Para la Investigación Teológica--. Ya en el 1950, el año en el que Pío XII lo proclamó, era un año santo. La misma constitución apostólica "Munificentisimus Deus", que proclama esta verdad de fe, tiene un tono doxológico, es un himno de alabanza a Dios por las maravillas realizadas en María. Y la alabanza es una dimensión típicamente jubilar».


--¿Pero qué puede decir la Asunción al hombre de hoy? 


--En el contexto de transición cultural en el que vivimos, con un hombre contemporáneo que cada vez más se enfrenta a la búsqueda de sentido, yo creo que el tema a subrayar es el de la corporeidad: este dogma dice que el cuerpo de María, cuerpo de mujer, es exaltado. Es un hecho que para nosotros es paradójico: justamente el cuerpo femenino, en nuestra cultura, ha sido durante mucho tiempo el emblema del desprecio. María, en cambio, exaltada en su Asunción, revoluciona esta idea: nuestra corporeidad, por muy enferma que esté, está llamada a la transfiguración en el diseño de Dios.


--María muestra, por tanto, lo que nos espera...


--Sí. Pero dice también algo sobre nuestra condición de hoy, sobre este cuerpo nuestro, lugar de la relación con el otro y con la creación. En el fondo de la Asunción está el misterio de la Encarnación que hay que tomarlo en serio: si Cristo se ha hecho carne, tampoco la dimensión corpórea es ya la de antes. El resucitado nos ha sumergido ya en la nueva realidad, nos lleva a interpretar el espacio y el tiempo en manera diversa. Lo que en María se ha cumplido ya en plenitud, también nosotros estamos llamados a experimentarlo en forma sacramental en la relación con nuestro cuerpo. 


--Pero, ¿qué tiene que decir el cuerpo de María elevado a los cielos sobre nuestro destino último? 


--Es para nosotros horizonte, meta, signo de esperanza. María nos muestra la plenitud de la carne: la salvación no es una dimensión desencarnada. Las imágenes de las que se sirve la Escritura, los bienes que se nos han prometido, lo dicen claramente. No se trata de hacer una física de las realidades últimas: todo queda en el misterio. Pero imágenes como las del Apocalipsis (la esposa, el banquete...) nos hacen intuir en forma simbólica que la plenitud no será sólo espiritual. 


--¿Por qué se hace memoria de este dogma justo en la fiesta de Todos los Santos?


--Hay un nexo profundo entre María y la comunión de los santos. Lo que contemplamos en la Asunción como un «privilegio» de la Madre de Dios, en la solemnidad de Todos los Santos se hace un hecho participado y común. Es un designio que implica a todos los redimidos: los del cielo y junto a ellos todos los que viven en gracia. La comunión de los santos, en efecto, no es sólo de los que nos han precedido: se relaciona, para usar la definición clásica, también con la Iglesia peregrinante, la que vive en el mundo. La Asunción, por tanto, es la primera, no la única. Y en la fiesta de Todos los Santos celebramos la coparticipación en todo lo que ella goza. Pío XII podía perfectamente promulgar este dogma el día de la Asunción. Al escoger como fecha el 1 de noviembre, en cambio, dio a esta verdad de fe una precisa impronta eclesiológica.


http://www.corazones.org/maria/ensenanza/asuncion.htm


Misa de  la vigilia

Lectura del primer libro de las Crónicas 15, 3-4. 15-16; 16, 1-2
En aquellos días, David congregó en Jerusalén a todos los israelitas, para trasladar el arca del Señor al lugar que le había preparado. Luego reunió a los hijos de Aarón y a los levitas.
Luego los levitas se echaron los varales a los hombros y levantaron en peso el arca de Dios, tal como había mandado Moisés por orden del Señor.
David mandó a los jefes de los levitas organizar a los cantores de sus familias, para que entonasen cantos festivos acompañados de instrumentos, arpas, cítaras y platillos.
Metieron el arca de Dios y la instalaron en el centro de la tienda que David le había preparado. Ofrecieron holocaustos y sacrificios de comunión a Dios y, cuando David terminó de ofrecerlos, bendijo al pueblo en nombre del Señor.


Salmo responsorial: Salmo 131, 6-7. 9-10. 13-14 (R.: 8)
R. Levántate, Señor, ven a tu mansión,
ven con el arca de tu poder.
Oímos que estaba en Efrata,
la encontramos en el Soto de Jaar:
entremos en su morada,
postrémonos ante el estrado de sus pies. R.
Que tus sacerdotes se vistan de gala,
que tus fieles vitoreen.
Por amor a tu siervo David,
no niegues audiencia a tu Ungido. R.
Porque el Señor ha elegido a Sión,
ha deseado vivir en ella:
«Ésta es mi mansión por siempre,
aquí viviré, porque la deseo». R.


Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 15, 54-57
Hermanos:
Cuando esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra escrita:
«La muerte ha sido absorbida en la victoria.
¿Dónde está, muerte, tu victoria?
¿Dónde está, muerte, tu aguijón?».
El aguijón de la muerte es el pecado, y la fuerza del pecado es la Ley.
¡Demos gracias a Dios, que nos da la victoria por nuestro Señor Jesucristo!

 Lectura del santo evangelio según san Lucas 11, 27-28
En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a las gentes, una mujer de entre el gentío levantó la voz, diciendo:
—«Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron».
Pero él repuso:
—«Mejor, dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen».

Reflexión:

La  palabra de Dios  hoy nos  invita a ver cómo Dios  muestra su salvación.

Ahora bien, el primer libro de las crónicas nos recuerda cómo el Señor hace  maravillas y el pueblo da gracias a Dios, pues bien, esto es  un llamado a reconocer que Dios debe ser el centro de  nuestra vida  y que todo lo que hace en nosotros es  por  amor  y eso es  lo que  muestra el rey David, pues se da cuenta de la misericordia de Dios.


Ahora bien, el salmo nos motiva a estar alegres  y gozar de  la  misericordia  puesto que Dios siempre quiere darnos su salvación y nos condiciona a estar alegres.



El apóstol San Pablo nos  motiva a morir al pecado y a vivir para Cristo, por ello, debemos ser sinceros de corazón y por ello nos invita a  ser santos  y alejarnos del pecado porque Cristo ha resucitado para darnos su salvación.



El evangelio nos recuerda que  la vivencia de la palabra de Dios nos hace santos, por tal hecho, no debemos desconfiar en ningún momento de la salvación que el Señor  nos regala por medio de su palabra, además el Señor nos invita a vivir la palabra y hacerla vida, para confiar plenamente en Él.


MISA DEL DÍA


Lectura del libro del Apocalipsis 11, 19a; 12, 1. 3-6a. 10ab
Se abrió en el cielo el santuario de Dios y en su santuario apareció el arca de su alianza. Después apareció una figura portentosa en el cielo: Una mujer vestida de sol, la luna por pedestal, coronada con doce estrellas.
Apareció otra señal en el cielo: Un enorme dragón rojo, con siete cabezas y diez cuernos y siete diademas en las cabezas. Con la cola barrió del cielo un tercio de las estrellas, arrojándolas a la tierra.
El dragón estaba enfrente de la mujer que iba a dar a luz, dispuesto a tragarse el niño en cuanto naciera.
Dio a luz un varón, destinado a gobernar con vara de hierro a los pueblos. Arrebataron al niño y lo llevaron junto al trono de Dios. La mujer huyó al desierto, donde tiene un lugar reservado por Dios.
Se oyó una gran voz en el cielo:
—«Ahora se estableció la salud y el poderío,
y el reinado de nuestro Dios,
y la potestad de su Cristo».


Salmo responsorial: Salmo 44, 10bc. 11-12ab. 16 (R.: 10b)
R. De pie a tu derecha está la reina,
enjoyada con oro de Ofir.
Hijas de reyes salen a tu encuentro,
de pie a tu derecha está la reina,
enjoyada con oro de Ofir. R.
Escucha, hija, mira: inclina el oído,
olvida tu pueblo y la casa paterna;
prendado está el rey de tu belleza:
póstrate ante él, que él es tu señor. R.
Las traen entre alegría y algazara,
van entrando en el palacio real. R.


Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 15, 20-27a
Hermanos:
Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de todos. Si por un hombre vino la muerte, por un hombre ha venido la resurrección. Si por Adán murieron todos, por Cristo todos volverán a la vida.
Pero cada uno en su puesto: primero Cristo, como primicia; después, cuando él vuelva, todos los que son de Cristo; después los últimos, cuando Cristo devuelva a Dios Padre su reino, una vez aniquilado todo principado, poder y fuerza.
Cristo tiene que reinar hasta que Dios haga de sus enemigos estrado de sus pies. El último enemigo aniquilado será la muerte. Porque Dios ha sometido todo bajo sus pies.

 Lectura del santo evangelio según san Lucas 1, 39-56
En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito:
—«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!
¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá».
María dijo:
—«Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre».
María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.


Reflexión:

El libro del apocalipsis nos recuerda poco a poco la figura de María y como Dios  hace maravillas que le da la dignidad de ser la madre de su Hijo,por eso nos  manifiesta  la firmeza que debemos tener  y por ello, nos recuerda que  la gloria de Dios en María, es decir, con la predilección de María  y su "Sí" al Señor, nos recuerda la  importancia de saber que Cristo nos  manifiesta a su misericordia.

Es claro pues que, el salmo 44 nos  instruye a seguir el plan salvífico de Dios que coronó a María como Reina  y la  adorna con oro , puesto que Dios elige a los  humildes  para darle su  grandeza.

El apóstol San Pablo nos manifiesta que Cristo es el Señor de  nuestra vida, puesto que  por Él ,morimos al pecado y vivimos a la gloria de Dios, por consiguiente, el mensaje es tener a Cristo  en nuestro corazón y no permitir que  nada  nos separe de Él, ya que  pendió para nosotros el fruto de  la salvación y todo esto fue posible gracia a  la Santísima Virgen María.


El evangelio nos  motiva a reconocer que la  grandeza de Dios, puesto que el himno del magnificat  nos pone  manifiesto el compromiso de entender que Dios  hace proezas con su brazos  y siempre está al lado de  los  humildes y puesto que en la  humildad  comprendemos  lo significativo y majestuosos que el Señor.




Martes:

Lectura de la profecía de Ezequiel 28, 1-10

Me vino esta palabra del Señor:
«Hijo de Adán, di al príncipe de Tiro:
"Así dice el Señor:
Se hinchó tu corazón,
y dijiste: 'Soy Dios,
entronizado en solio de dioses
en el corazón del mar',
tú que eres hombre y no dios;
te creías listo como los dioses.
¡Si eres más sabio que Daniel!;
ningún enigma se te resiste.
Con tu talento, con tu habilidad,
te hiciste una fortuna;
acumulaste oro y plata
en tus tesoros.
Con agudo talento de mercader
ibas acrecentando tu fortuna,
y tu fortuna te llenó de presunción.
Por eso, así dice el Señor:
Por haberte creído sabio como los dioses,
por eso traigo contra ti
bárbaros pueblos feroces;
desenvainarán la espada
contra tu belleza y tu sabiduría,
profanando tu esplendor.
Te hundirán en la fosa,
morirás con muerte ignominiosa
en el corazón del mar.
Tú, que eres hombre y no dios,
¿osarás decir: 'Soy Dios',
delante de tus asesinos,
en poder de los que te apuñalen?
Morirás con muerte de incircunciso,
a manos de bárbaros.
Yo lo he dicho"».
Oráculo del Señor.

Interleccional: Deuteronomio 32, 26-27ab. 27cd-28a. 30. 35cd-36ab (R.: 39c)
R. Yo doy la muerte y la vida.
Yo pensaba: «Voy a dispersarlos
y a borrar su memoria entre los hombres».
Pero no; que temo la jactancia del enemigo
y la mala interpretación del adversario. R.
Que diría: «Nuestra mano ha vencido,
no es el Señor quien lo ha hecho».
Porque son una nación que ha perdido el juicio. R.
¿Cómo es que uno persigue a mil,
y dos ponen en fuga a diez mil?
¿No es porque su Roca los ha vendido,
porque el Señor los ha entregado? R.
El día de su perdición se acerca,
y su suerte se apresura.
Porque el Señor defenderá a su pueblo
y tendrá compasión de sus siervos. R.




 Lectura del santo evangelio según san Mateo 19, 23-30

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—«Os aseguro que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Lo repito: Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios».
Al oírlo, los discípulos dijeron espantados:
—«Entonces, ¿quién puede salvarse?».
Jesús se les quedó mirando y les dijo:
—«Para los hombres es imposible; pero Dios lo puede todo».
Entonces le dijo Pedro:
—«Pues nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué nos va a tocar?».
Jesús les dijo:
—«Os aseguro: cuando llegue la renovación, y el Hijo del hombre se siente en el trono de su gloria, también vosotros, los que me habéis seguido, os sentaréis en doce tronos para regir a las doce tribus de Israel.
El que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, mujer, hijos o tierras, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna.
Muchos primeros serán últimos y muchos últimos serán primeros».

Reflexión:

El libro del profeta Ezequiel nos recuerda que debemos ser humildes de corazón, pues cuando la soberbia entra en nuestra vida, vamos poco a   poco adquiriendo apego a las cosas, tanto así que nos creemos dueños de ella, ahora bien, cuando vivimos en este estilo de vida, encontramos que todo lo que tenemos se destruye, pues el Señor a su tiempo nos  manifiesta que nuestro proceder  no es correcto, puesto que así hacemos devenir  las desgracias, por ello, el Señor nos llama a cambiar nuestro corazón y ser sencillos reconociendo su misericordia para con nosotros.


El salmo tomado del libro de Deuteronomio nos invita a reconocer que todo lo que tenemos es gracias a Dios y que por lo tanto nos motiva a ser santos, pues el Señor es nuestra salvación, es por eso que la palabra de Dios nos motiva a reconocer que Dios es el centro de nuestra vida.


El evangelio nos motiva a despojarnos de todo y reconocer que Dios es el único que puede entrar en nuestra vida, por ello, nos  invita a buscar el reino y sacar de  nuestra vida, eso que destruye como personas  , haciendo que  nos  volvamos  unidos a eso.

Pues el desapego es un llamado a dejar  todo por Cristo, pero ojo, esto significa que debemos evitar todo lo que nos apegue al mundo, por eso nos dice que  debemos amarlo mas a El que a  la familia, partiendo que su llamado es aseguirle.


Miércoles:


Lectura de la profecía de Ezequiel 34, 1-11
Me vino esta palabra del Señor:
—«Hijo de Adán, profetiza contra los pastores de Israel, profetiza, diciéndoles: "¡Pastores!, esto dice el Señor:

¡Ay de los pastores de Israel
que se apacientan a sí mismos!
¿No son las ovejas
lo que tienen que apacentar los pastores?
Os coméis su enjundia,
os vestís con su lana;
matáis las más gordas,
y las ovejas no las apacentáis.
No fortalecéis a las débiles,
ni curáis a las enfermas,
ni vendáis a las heridas;
no recogéis a las descarriadas,
ni buscáis las perdidas,
y maltratáis brutalmente a las fuertes.
Al no tener pastor, se desperdigaron
y fueron pasto de las fieras del campo.
Mis ovejas se desperdigaron y vagaron sin rumbo
por montes y altos cerros;
mis ovejas se dispersaron por toda la tierra,
sin que nadie las buscase, siguiendo su rastro.
Por eso, pastores,
escuchad la palabra del Señor:
'¡Lo juro por mi vida! —oráculo del Señor—.
Mis ovejas fueron presa, mis ovejas fueron pasto
de las fieras del campo, por falta de pastor;
pues los pastores no las cuidaban,
los pastores se apacentaban a sí mismos;
por eso, pastores, escuchad la palabra del Señor:
Así dice el Señor:
Me voy a enfrentar con los pastores;
les reclamaré mis ovejas,
los quitaré de pastores de mis ovejas,
para que dejen de apacentarse a sí mismos
los pastores;
libraré a mis ovejas de sus fauces,
para que no sean su manjar'".
Así dice el Señor Dios:
"Yo mismo en persona buscaré a mis ovejas,
siguiendo su rastro"».

Salmo responsorial: Salmo 22, 1-3a. 3b-4. 5. 6 (R.: 1)
R. El Señor es mi pastor, nada me falta.
El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas. R.
Me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan. R.
Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa. R.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término. R.

Lectura del santo evangelio según san Mateo 20, 1-16
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:
—«El reino de los cielos se parece a un propietario que al amanecer salió a contratar jornaleros para su viña. Después de ajustarse con ellos en un denario por jornada, los mandó a la viña.
Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo, y les dijo:
"Id también vosotros a mi viña, y os pagaré lo debido".
Ellos fueron.
Salió de nuevo hacia mediodía y a media tarde e hizo lo mismo.
Salió al caer la tarde y encontró a otros, parados, y les dijo:
"¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar?".
Le respondieron:
"Nadie nos ha contratado".
Él les dijo:
"Id también vosotros a mi viña".
Cuando oscureció, el dueño de la viña dijo al capataz:
"Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros".
Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno.
Cuando llegaron los primeros, pensaban que recibirían más, pero ellos también recibieron un denario cada uno. Entonces se pusieron a protestar contra el amo:
"Estos últimos han trabajado sólo una hora, y los has tratado igual que a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el bochorno".
Él replicó a uno de ellos:
"Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?".
Así, los últimos serán los primeros y los primeros los últimos».

Reflexión:

La palabra de Dios nos  invita hoy a revisar, ¿cuál es nuestra actitud ante los demás ?

El profeta Ezequiel, partiendo desde el punto del pastoreo nos  manifiesta una realidad que se presenta actualmente, nos manifiesta  pues que el Señor quiere que el pastor vaya detrás de las ovejas que le  ha dado para pastorear, puesto que pone una queja y es que muchos de los pastores buscan pastorearse a sí mismos y se olvidan del pueblo y es esto lo que dice el Señor al profeta, que se busquen a las ovejas descarriadas, es decir, ir a pastorear a esas personas que están siendo perseguidas por las fieras del mundo, pues si no existe esto el mismo Señor, va en busca de sus ovejas,y recriminará a  los  pastores por su negligencias de  no ir detrás de  las  ovejas.


El salmo nos invita a reconocer que el Señor es nuestro pastor y que  por lo tanto, Él va en busca de  nosotros y nos perdona por ello, nos invita a seguirle  puesto que nos  llama a reconocer su misericordia, puesto que  la vara  y el cayado del Señor siempre  nos guía a caminos de luz.


El evangelio nos invita a reconocer la justicia de Dios  que  nos guía  y quiere llevarnos a su rebaño no obstante, nos manifiesta que Dios va en busca de sus ovejas  y las lleva a su rebaño.
Jueves: 

Lectura de la profecía de Ezequiel 36, 23-28
Así dice el Señor:
«Mostraré la santidad de mi nombre grande,
profanado entre los gentiles,
que vosotros habéis profanado en medio de ellos;
y conocerán los gentiles que yo soy el Señor
—oráculo del Señor—,
cuando les haga ver mi santidad al castigaros.
Os recogeré de entre las naciones,
os reuniré de todos los países,
y os llevaré a vuestra tierra.
Derramaré sobre vosotros un agua pura
que os purificará:
de todas vuestras inmundicias e idolatrías
os he de purificar.
Y os daré un corazón nuevo,
y os infundiré un espíritu nuevo;
arrancaré de vuestra carne el corazón de piedra,
y os daré un corazón de carne.
Os infundiré mi espíritu,
y haré que caminéis según mis preceptos,
y que guardéis y cumpláis mis mandatos.
Y habitaréis en la tierra que di a vuestros padres.
Vosotros seréis mi pueblo,
y yo seré vuestro Dios».
.

Salmo responsorial: Salmo 50, 12-13. 14-15. 18-19 (R.: Ez 36, 25)
R. Derramaré sobre vosotros un agua pura
que os purificará de todas vuestras inmundicias.
Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu. R.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti. R.
Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú no lo desprecias. R.


Lectura del santo evangelio según san Mateo 22, 1-14

En aquel tiempo, de nuevo tomó Jesús la palabra y habló en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:
—«El reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo. Mandó criados para que avisaran a los convidados a la boda, pero no quisieron ir. Volvió a mandar criados, encargándoles que les dijeran:
"Tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses cebadas, y todo está a punto. Venid a la boda".
Los convidados no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios; los demás les echaron mano a los criados y los maltrataron hasta matarlos.
El rey montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad. Luego dijo a sus criados:
"La boda está preparada, pero los convidados no se la merecían. Id ahora a los cruces de los caminos, y a todos los que encontréis, convidadlos a la boda".
Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó de comensales. Cuando el rey entró a saludar a los comensales, reparó en uno que no llevaba traje de fiesta y le dijo:
"Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin vestirte de fiesta?".
El otro no abrió la boca. Entonces el rey dijo a los camareros:
"Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes".
Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos».


Reflexión:

El libro de Ezequiel nos manifiesta que Dios  es Santo y  que  por su santidad, hace obras en su creación, puesto que quiere el mejor camino del hombre, pues bien, el texto nos reafirma que el Señor muestra su majestad corrigiendo al hombre del mal que  hace. 


Esto nos  invita  hoy a reconocer  la  grandeza de Dios  y saber que Él está nuestra salvación y providencia. 


Ahora bien, el Salmo nos  invita a reconocer  la grandeza de Dios  y por ende, saber que único que nos puede dar la salvación y la purificación del corazón , puesto que  el salmista quiere que Dios le  manifieste su misericordia.

El evangelio nos  manifiesta que debemos alegrarnos  por Cristo que es el hijo que viene en nuestro  auxilio y que  nos  invita a su boda, para ser partícipe del Reino  de  los cielos, puesto que Dios  nos  llama a hacer parte de su salvación y así nosotros  participar de ello. 

Esto es  un llamado a reconocer la santidad  de Dios  y así ser sanados  y llevados a su gloria.  


Viernes: 


Lectura de la profecía de Ezequiel 37, 1-14

En aquellos días, la mano del Señor se posó sobre mí y, con su Espíritu, el Señor me sacó y me colocó en medio de un valle todo lleno de huesos. Me hizo dar vueltas y vueltas en torno a ellos: eran innumerables sobre la superficie del valle y estaban completamente secos.
Me preguntó:
—«Hijo de Adán, ¿podrán revivir estos huesos?».
Yo respondí:
—«Señor, tú lo sabes».
Él me dijo:
—«Pronuncia un oráculo sobre estos huesos y diles: "¡Huesos secos, escuchad la palabra del Señor! Así dice el Señor a estos huesos: Yo mismo traeré sobre vosotros espíritu, y viviréis. Pondré sobre vosotros tendones, haré crecer sobre vosotros carne, extenderé sobre vosotros piel, os infundiré espíritu, y viviréis. Y sabréis que yo soy el Señor"».
Y profeticé como me había ordenado y, a la voz de mi oráculo, hubo un estrépito, y los huesos se juntaron hueso con hueso. Me fijé en ellos: tenían encima tendones, la carne había crecido, y la piel los recubría; pero no tenían espíritu.
Entonces me dijo:
—«Conjura al espíritu, conjura, hijo de Adán, y di al espíritu: "Así dice el Señor: De los cuatro vientos ven, espíritu, y sopla sobre estos muertos para que vivan"».
Yo profeticé como me había ordenado; vino sobre ellos el espíritu, y revivieron y se pusieron en pie. Era una multitud innumerable.
Y me dijo:
—«Hijo de Adán, estos huesos son la entera casa de Israel, que dice: "Nuestros huesos están secos, nuestra esperanza ha perecido, estamos destrozados". Por eso, profetiza y diles: "Así dice el Señor: Yo mismo abriré vuestros sepulcros, y os haré salir de vuestros sepulcros, pueblo mío, y os traeré a la tierra de Israel. Y, cuando abra vuestros sepulcros y os saque de vuestros sepulcros, pueblo mío, sabréis que soy el Señor. Os infundiré mi espíritu, y viviréis; os colocaré en vuestra tierra y sabréis que yo, el Señor, lo digo y lo hago"».
Oráculo del Señor.


Salmo responsorial: Salmo 106, 2-3. 4-5. 6-7. 8-9 (R.: 1)
R. Dad gracias al Señor,
porque es eterna su misericordia.
O bien:
R. Aleluya.
Que lo confiesen los redimidos por el Señor,
los que él rescató de la mano del enemigo,
los que reunió de todos los países:
norte y sur, oriente y occidente. R.
Erraban por un desierto solitario,
no encontraban el camino de ciudad habitada;
pasaban hambre y sed,
se les iba agotando la vida. R.
Pero gritaron al Señor en su angustia,
y los arrancó de la tribulación.
Los guió por un camino derecho,
para que llegaran a ciudad habitada. R.
Den gracias al Señor por su misericordia,
por las maravillas que hace con los hombres.
Calmó el ansia de los sedientos,
y a los hambrientos los colmó de bienes. R.




 Lectura del santo evangelio según san Mateo 22, 34-40

En aquel tiempo, los fariseos, al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos, formaron grupo, y uno de ellos, que era experto en la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba:
—«Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?».
Él le dijo:
—«"Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser".
Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él:
"Amarás a tu prójimo como a ti mismo".
Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los Profetas».

Reflexión:

Poco a poco la palabra de Dios nos motiva a reconocer que somos de Dios y que nuestra esencia es de Él, pues el Señor  hace  maravillas por nosotros, por ello, nos manifiesta el cumplimiento de su voluntad, además nos muestra el don de la resurrección por eso nuestra vida debe ser  obediente al Dios Vivo que  nos hace vivir en la eternidad, por ello, nos  manifiesta que debemos amarlo como nuestro salvador. 

Por ello, el salmo 106 nos manifiesta que las obras de Dios son grandes, por tal hecho es de vital importancia que toda obra del Señor es producto de su misericordia. 

Pues, el Señor nos condiciona a darle gracias por  todo lo que  hace en nosotros reconociendo su primer lugar, puesto que nada está por encima de Él.


Por otro lado, el evangelio nos recuerda los mandamientos que el Señor dio a Moisés en el desierto, ahora bien, un maestro de la ley interroga a Jesús sobre esto, sin embargo, el Señor sabiendo estas intenciones, les recuerda que que la ley de Dios es el amor y que  por  lo tanto se  fundamenta en amar a Dios, sobre todo las cosas  y amarlo de todo corazón, no obstante, nos manifiesta que para que esto sea posible debemos amar al prójimo como a nosotros  mismos.

Por consiguiente, es un llamado a contemplar  las  maravillas de Dios, puesto que Él ama al hombre  y quiere que este le retribuya amando a sus semejantes. 





Sábado:


Lectura de la profecía de Ezequiel 43, 1-7a

En aquellos días, el ángel me condujo a la puerta oriental: vi la gloria del Dios de Israel que venía de oriente, con estruendo de aguas caudalosas: la tierra reflejó su gloria.
La visión que tuve era como la visión que había contemplado cuando vino a destruir la ciudad, como la visión que había contemplado a orillas del río Quebar.
Y caí rostro en tierra.
La gloria del Señor entró en el templo por la puerta oriental.
Entonces me arrebató el espíritu y me llevó al atrio interior.
La Gloria del Señor llenaba el templo.
Entonces oí a uno que me hablaba desde el templo el hombre seguía a mi lado, y me decía:
—«Hijo de Adán, éste es el sitio de mi trono, el sitio de las plantas de mis pies, donde voy a residir para siempre en medio de los hijos de Israel».


Salmo responsorial: Salmo 84, 9ab-10. 11-12. 13-14 (R.: cf. 10b)
R. La gloria del Señor habitará en nuestra tierra.
Voy a escuchar lo que dice el Señor:
«Dios anuncia la paz
a su pueblo y a sus amigos».
La salvación está ya cerca de sus fieles,
y la gloria habitará en nuestra tierra. R.
La misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan;
la fidelidad brota de la tierra,
y la justicia mira desde el cielo. R.
El Señor nos dará la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia marchará ante él,
la salvación seguirá sus pasos. R.


 Lectura del santo evangelio según san Mateo 23, 1-12

En aquel tiempo, Jesús habló a la gente y a sus discípulos, diciendo:
—«En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen.
Ellos lían fardos pesados e insoportables y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar.
Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y ensanchan las franjas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias por la calle y que la gente los llame maestros.
Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar maestro, porque uno solo es vuestro maestro, y todos vosotros sois hermanos.
Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo.
No os dejéis llamar consejeros, porque uno solo es vuestro consejero, Cristo.
El primero entre vosotros será vuestro servidor.
El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».

Reflexión: 

La  palabra de Dios  nos  motiva a ver la misericordia de Dios, por tal razón el profeta Ezequiel nos  manifiesta la gloria de Dios , puesto que Dios quiere reflejar su salvación a los hombres, por ende, el vidente nos  invita a reconocer que todo lo que vemos en la naturaleza es obra suya. 



En este mismo orden de ideas, el salmista nos manifiesta las  maravillas de Dios y como Él quiere mostrarnos su gloria inmensa, tanto así, que  nos llama a ser santos y ser sus amigos. 



Sin embargo, el evangelio nos pone de manifiesto que debemos  hacer el obrar que Dios quiere, puesto que debemos vivir de eso que predicamos, porque sino viviremos una vida hipócrita, por ello, el texto nos manifiesta que debemos confiar en Cristo puesto que Él encontramos la sabiduría, la paternidad y entendimiento de lo que Dios ha puesto en nuestras manos. 


El Señor  nos  invita, entonces a  vivir una vida coherente a eso que anunciamos, porque  si no estaremos cayendo en la  mentira de  nuestra vida, por consiguiente, ese debe ser  nuestro ideal vivir a  plenitud la  palabra que predicamos. 


Además el Señor  nos sigue recordando que todo lo anterior es posible, si servimos de corazón y amamos hasta el extremo al  hermano.